Juárez en Guanajuato, 1858

El entorno…

En 1858 funcionaba en la ciudad algunas imprentas tipográficas; algunas boticas tradicionales, donde daban desde un bebistrajo para la diarrea, extraían una pieza dental o surtían purgas para los caballos y humanos.

Trabajaba buen número de fundiciones, todas necesarias para el laboreo minero y otras necesidades, como hacer rejas para ventanas, espadas, sables y cuchillos, siendo famosa las fraguas de Marfil.

La cerámica, elaborada en San Luisito y Mellado, con influencia árabe-española y asiática, tenía buena fama y amplio mercado.

La plata se hacía de las lamas de las tortas molidas de mineral y barro, conformando piezas de belleza especial, que se adquirían como objetos de valor.

Se jura Constitución de 1857 en Guanajuato

La nueva Constitución Federal, promulgada el 5 de febrero de 1857, finalmente se juró en la ciudad de Guanajuato el 24 de marzo. Un día antes publicó el Gobierno un Bando Solemne y luego se promulgó y juró por los adeptos a ella u obligados, pues los burócratas que se negaron a hacerlo fueron cesados. Además, como el clero citadino había negado su consentimiento para que durante la promulgación y juramento de la carta Magna se repicaran las campanas de los templos, conventos y colegios, la autoridad civil ordenó aplicar la fuerza y repicar, como se hizo. En consecuencia, el Gobierno desterró al cura del lugar, autor de los actos de repudio al nuevo ordenamiento máximo.

Los ánimos entre el clero católico y el gobierno liberal se habían venido caldeando, por lo que pronto se dieron una serie de represalias y castigos contra sacerdotes o católicos que violaban las leyes o exigían de los fieles el no jurarlas ni acatarlas.

Préstamo forzoso de ricos a gobierno liberal

En los primeros días de enero de 1858, el gobernador de Guanajuato, Manuel Doblado, considerando que las pésimas circunstancias en que se encontraba la República federal eran graves y extraordinarias; que para sofocar y terminar la anarquía retrograda, se requería que los liberales obraran con todo el vigor y la energía posibles; además que, las autoridades legítimamente constituidas tenían el derecho de hacerse respetar, aún con la aplicación de la fuerza en todos los sentidos; que los recursos pecuniarios con que contaba el Gobierno del Estado de Guanajuato, eran insuficientes para hacer frente a las exigencias de guerra que se vivían, decretó un préstamo forzoso de 100 mil pesos, que se cubrían con las aportaciones de varias personas capitalistas de la capital y los Ayuntamientos de Guanajuato y La Luz, dando un término perentorio de seis días para la entrega y, en caso necesario y frente a la resistencia, usar de la fuerza pública.

Las personas seleccionadas para aportar forzosamente el dinero eran viejos ricos, aristócratas, dueños de minas o haciendas de beneficio, católicos fanáticos, criollos, guanajuatenses de origen en su gran mayoría retrógrados, antiliberales, que deseaban vivir bajo un régimen monárquico con lazos a las casas reinantes europeas, sobre todo a la de España, quienes, montados en cólera, aportaron la cantidad que se les señaló, pero difamaron por doquier al Gobierno y a sus integrantes, liberales, al grado que los ánimos en contra se multiplicaron.

Ignacio Comonfort libera a Juárez

El 16 de enero de 1858, Manuel Doblado fue suplido como gobernador de Guanajuato por el interino Francisco de P. Rodríguez, para tomar el mando de las fuerzas armadas liberales de la entidad y defender a Don Benito Juárez y lo que representaba.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Benito Juárez, quien se encontraba privado de su libertad en los jardines y patios interiores del Palacio Nacional, fue liberado por Ignacio Comonfort, quien luego dejó de ser Presidente de México y, por ministerio de ley, Juárez fue elevado a la más alta Magistratura nacional. Esto sucedía el 11 de enero de 1858.

Juárez en Guanajuato

Por no tener recursos para sostenerse en la capital, y ante la amenaza de los conservadores, al día siguiente salió acompañado sólo por dos personas, con rumbo a la ciudad de Guanajuato, en virtud que el estado y sus limítrofes le brindaban seguridad, por ser sus gobiernos miembros del partido liberal.

Llegó a la ciudad de Guanajuato escoltado por tropas guanajuatenses, en la forma más discreta posible y en paupérrimas condiciones, a las nueve de la mañana del 18 de enero, instalándose inmediatamente en la finca que ocupaban las oficinas del gobierno, que fue su residencia mientras estuvo en la ciudad, pues no hubo particular que se ofreciera a hospedarlo, por no comulgar en ideologías o, siendo afines, por temor a las críticas y actitudes de sus vecinos o de la clerigalla local.

“El día 19 declaré establecido ahí el Gobierno”, dice don Benito en sus escuetos apuntes autobiográficos. De inmediato expidió y lanzó el manifiesto siguiente:

“Mexicanos:

El Gobierno Constitucional de la República, cuya marcha fue interrumpida por la defección del que fue depositario del poder supremo, quedo restablecido. La Carta fundamental del país ha recibido una nueva sanción, tan explícita y elocuente, que solo podrán desconocerla los que voluntariamente quieran cerrar los ojos a la evidencia de los hechos.

Los hombres que de buena o mala fe repugnaban aceptarlas reformas sociales que aquel código establece para honor de México, y para el bien procomunal, han promovido motines a mano armada, poniendo en peligro la unidad nacional y la independencia de la República.

Han invocado el nombre sagrado de nuestra religión, haciéndola servir de instrumento a sus ambiciones ilegítimas, y queriendo aniquilar de un solo golpe la libertad, que mexicanos han conquistado a costa de todo género de sacrificios, se han servido hasta de los mismos elementos de poder que la Nación depositara para la conservación y defensa de sus derechos, en manos del jefe, a quien había honrado con su limitada confianza. Sin embargo, tan poderosos como han sido esos elementos, han venido a estrellarse ante la voluntad nacional, y sólo han servido para dar a sus proveedores el más cruel de los desengaños, y para establecer la verdad práctica de que hoy en adelante los destinos de los mexicanos no dependerán ya de las facciones, cualesquiera que sean los antecedente quienes las formen.

La voluntad general expresada en la Constitución y en las leyes que la Nación se ha por medio de sus legítimos representantes, es la única regla a que deben sujetarse los mexicanos para labrar su felicidad a la sombra benéfica de la paz. Consecuencia con este principio, que ha sido la norma de mis operaciones, y obedeciendo al llamamiento por la Nación, he reasumido el mando supremo luego que he tenido libertad para verificarlo. Llamado a este difícil puesto por su precepto constitucional, y no por el favor de las facciones, procuraré en el corto período de mi administración, que el gobierno sea el protector imparcial de las garantías individuales, el defensor de los derechos de la Nación y de las libertades públicas. Entretanto se reúne el Congreso de la Unión a continuar sus importantes tareas, dictaré las medidas que las circunstancias demanden para expeditar la marcha de la administración en sus distintos ramos ya para restablecerla paz.

Llamaré al orden a los que con armas en la mano o de cualquiera manera niegan la obediencia a la ley y a la autoridad, y si por una desgracia lamentable se obstinaren en seguir la senda extraviada que han emprendido, cuidaré de reprimirlos con toda la energía que corresponde, haciendo respetar las prerrogativas de la autoridad suprema de la República. Mexicanos: sabéis ya cual es la conducta que me propongo seguir para corresponder al honor inmenso que se me ha prodigado, y ser fiel a las aspiraciones de mi conciencia: prestadme vuestra cooperación y salvaremos a nuestra Patria, sin que importen los más grandes sacrificios; la causa que sostenemos es justa, y confiemos en que la Providencia Divina, la seguirá protegiendo como hasta aquí”.

Benito Juárez

Guanajuato, Gto.

Por: Mtro. Isauro Rionda Arreguín, Cronista Vitalicio de la ciudad de Guanajuato

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