Las mujeres de Barajas, Pénjamo: La insurgencia se pierde en el olvido

No existe certeza sobre el número de mujeres detenidas en el distrito de Pénjamo por Agustín de Iturbide en el año de 1814. Se menciona que 300 mujeres fueron aprehendidas.

El entonces coronel realista Agustín Iturbide informa en el parte al virrey Félix María Calleja que el día 30 de noviembre salió de Pénjamo “llevándose presas todas las mujeres de insurgentes”.

Hay datos de que en una carta que envió al mismo virrey un año después afirmaba que fueron más de 100.

También se sabe que el cura Antonio Labarrieta, defensor de las mujeres, señaló que en Guanajuato había “treinta y tantas” mujeres detenidas.

Así el número de mujeres detenidas queda impreciso para el registro de la historia. Sólo el hecho y el valor de las mujeres penjamenses tienen su precedente.

Mujeres de nombres y apellidos

Corría el año de 1814, los días agitados del 29 y 30 de noviembre en la zona del bajío. Marra Bribiesca, Francisca Uribe, María Regina Barrón, Casilda Rico, Marra Josefina Rico, María de Jesús López, Rafaela González, María Manuela Suasto, Petra Arellano, Manuela Gutiérrez y Luisa Lozano, junto con otras mujeres, fueron aprehendidas por el coronel Agustín de Iturbide, entonces comandante general de las tropas del Bajío y segundo del Ejército del Norte.

Los motivos fue por ser mujer familiar de soldado o cabecilla insurgente o por sostener un vínculo emocional con ellos. También la autoridad calificó como prostitutas a las mujeres que declararon por la causa insurgente, desprestigiando su conducta.

A ellas se les acusó de infidentes y se les juzgó y sentenció a ser ejecutadas, encarceladas, deportadas y privadas de sus propiedades por realizar actividades como seducción de tropa, contrabando de mensajes y armas, espionaje, conspiración, abastecimiento económico; por ser soldadas, guiar a los rebeldes por los caminos, desempeñarse como enfermeras en los improvisados hospitales insurgentes, llevar agua a los soldados y enterrar a los muertos.

Desintegraron una comunidad

Aún, ante la rebelión de los habitantes de Pénjamo y de la Hacienda de Barajas las mujeres con sus hijos fueron trasladadas unas a la ciudad de Guanajuato y otras a Irapuato. Algunas de ellas estaban embarazas. Muchas eran niñas y otras abuelas.

Fueron días de desgarradores para las familias: niños que quedaban sin madres, maridos sin mujeres y hermanos sin hermanas.

Acusaciones por ser amantes de insurgentes

Las mujeres fueron encarceladas en Irapuato y después trasladas a Querétaro, sitio desde donde fueron liberadas. Ahí estuvieron María Josefa Paul, Juana María Villaseñor y María Josefa Sixtos. Las autoridades realistas afirmaron que la primera era “amacia” del insurgente José Antonio Torres y que Ias otras eran parientes de José Sixtos Verduzco. El padre Torres mantuvo hasta 1817 la resistencia en el Fuerte de Los Remedios y fue financiado y auxiliado por Javier Mina.

La defensa

El cura de Guanajuato, Antonio Labarrieta, identificado vocero del sentir de los habitantes de aquella ciudad abogó por la libertad de las mujeres de Barajas. El sostuvo que eran acciones de la autoridad las que estaban motivando la disidencia en aquella región y afirmó que las mujeres carecían no sólo de interés político sino también de ideas, razones por las cuales, ni sus opiniones ni sus acciones, podían influir en los acontecimientos políticos y militares de la revolución; cuando más, eran víctimas de errores de sus familiares, los insurgentes.

Así, unos a otros, amigos y enemigos, coincidieron en negar a las mujeres de Pénjamo cualquier tipo de, interés político en la revolución de independencia.

Las mujeres encarceladas en Guanajuato enviaron dos representaciones al coronel Agustín Iturbide en junio de 1815 y enero de 1816; dos dirigidas a Félix María Calleja en noviembre de 1815 y junio de 1816; una al coronel José de Castro cuando era comandante general de división de Guanajuato y una más a Juan Ruiz de Apodaca en noviembre de 1816.

Nunca perdieron su capacidad de lucha

A las mujeres no se les informó la causa por las que fueron encarceladas en las Recogidas de cada ciudad, lugar donde permanecieron poco más de dos años. Tras citar en varias ocasiones su libertad o que en justicia de les instruyera proceso, fueron liberadas por disposición del virrey Juan Ruíz de, Apodaca en enero y julio de 1817.

Su liberación fue el resultado de las gestiones que desde su encierro pudieron hacer y de las indagaciones que sobre el caso realizó el auditor de guerra, Miguel Bataller. Estas indagaciones coincidieron con las averiguaciones que el virrey Félix María Calleja inició para conocer la conducta política, militar y cristiana del coronel Iturbide.

Fuente: Mujeres de Pénjamo y la Revolución de Independencia; María José Garrido Áspero. Instituto de Investigaciones José María Luis Mora María.

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