Octavio Paz, poeta y ensayista de trascendencia universal

Octavio Paz nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914 y falleció un 19 de abril de 1998. Poeta, ensayista, escritor y diplomático, es uno de los autores mexicanos más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX y que alcanzó dimensión internacional.

Su obra, sobre todo poemas, ensayos y traducciones, ha sido traducida a más de 32 idiomas, además del inglés, el francés y el italiano, a lenguas como el chino, el ucraniano y el japonés.

Inició con Mar de día, su primera obra poética publicada en 1931, sin embargo, fue con el ensayo El laberinto de la soledad, con el que su obra comenzó a llamar la atención en nivel internacional.

En el ámbito lírico, junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma el grupo de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX.

Fue nieto de Irineo Paz, novelista y soldado del ejército e hijo de Octavio Paz Solórzano, abogado que apoyaba la causa de Emiliano Zapata. Estudió en las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde tomó clases con el escritor Carlos Pellicer, que lo vinculó con poetas como Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y José Gorostiza.

También Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez fueron sus primeras influencias en la lírica.

Sus preocupaciones sociales se dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese mismo año, contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro, con quien tuvo una hija, Helena; para luego viajar a España y participar en el Congreso de Escritores Antifascistas, donde conoció a Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Pablo Neruda y Ernest Hemingway.

A su regreso, participó en la fundación de la revista Taller en 1938 y después, inició una vida de viajes, pues en 1943 recibió la Beca Guggehnheim y realizó estudios en la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.

En 1945 comenzó a servir en el Servicio Exterior Mexicano, en las embajadas de Francia, India y Japón. Asimismo, dio cátedra en diversas universidades americanas y europeas, ofreció conferencias y fundó las revistas Plural y Vuelta en los setenta.

Como intelectual, estuvo en el centro de la polémica, ya que de joven comulgó con el liberalismo y el marxismo, doctrinas que criticaría después. Su denuncia a las violaciones a los derechos humanos en los países socialistas, le causó severos cuestionamientos por parte de la izquierda latinoamericana.

Reconocimientos

La importancia de la obra literaria de Paz también se manifiesta en los múltiples reconocimientos a los que se hizo acreedor, coronados por el Premio Nobel de Literatura en 1990, pero que también incluyen el Premio Xavier Villaurrutia en 1957 por El arco y la lira, el Premio Internacional de Poesía de Bruselas, Bélgica en 1963, el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura, el Premio Jerusalem y el Nacional de Letras de México, estos tres en 1977.

Dos años después recibió el Premio Gran Águila de Oro del Festival Internacional del Libro en Niza, en 1981 el Premio Cervantes, en 1985 se hizo acreedor al Premio Internacional Alfonso Reyes y al Mazatlán de Literatura por Hombres en su siglo.

Ganador del Premio Nobel de Literatura

El 11 de octubre de 1990, la Academia Sueca anunciaba en un comunicado de prensa que había tomado la decisión de otorgar el Premio Nobel de Literatura a un escritor en español con una amplia perspectiva internacional que publicó su primera colección de poemas en su adolescencia y que a sus 76 años es una persona que permanece activa como escritor y crítico.

El comunicado también describía algunas de las razones por las que la obra de Octavio Paz era reconocida: porque mira al mundo como si lo pronunciará. Su poesía consiste, en gran medida, de la escritura con y sobre las palabras. Se trata de exquisita poesía amorosa a la vez sensual y visual. Obras en las que Paz se vuelve hacia el interior de sí mismo de una manera nueva.

Minutos después de conocer está noticia  que un periodista sueco le comunicó telefónicamente el autor de El laberinto de la soledad declaró desde Nueva York que se sentía feliz al recibir esta distinción, pero que su mejor premio había sido tener lectores.

De acuerdo con el reportero de El País Albert Montagut la primera reacción de Octavio Paz fue calificar la noticia como una gran sorpresa, una gran alegría, y una profunda emoción; no me lo esperaba.

Destacó que el escritor reconocido con el Premio Xavier Villaurrutia en 1956 por El arco y la lira y miembro de El Colegio Nacional desde agosto de 1967 hizo estas declaraciones en la puerta de su habitación, la suite número 1605 del hotel Drake, situado en pleno centro de Nueva York, ante un centenar de periodistas de todo el mundo, ya que se encontraba en esa ciudad para dar una conferencia que por encargo de Naciones Unidas debía pronunciar en el Metropolitan Museum.

El periodista narró que Octavio Paz contestó a todas las preguntas en castellano, inglés y francés, y que dijo que el premio no lo cambiaría, sino que lo obligaba a seguir escribiendo ya que la fama es peligrosa y hay que luchar contra ella con ironía.

Este Premio Nobel representó el segundo consecutivo para la literatura en lengua castellana, porque en 1989 el autor distinguido fue el español Camilo José Cela.

Otros premios son:

El Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades lo obtuvo en 1993 por la revista Vuelta y en 1994, la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia y la Medalla Gabriela Mistral en Chile.

Desde 1967 fue miembro del Colegio Nacional y fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua a partir de 1997. También formó parte de la primera generación de Creadores Eméritos del Sistema Nacional de Creadores de Arte, creado en1993, junto a personalidades como Andrés Henestrosa, Alí Chumacero, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis entre otros destacados creadores de excelencia.

Octavio Paz fue nombrado doctor Honoris Causa por diversas universidades en todo el mundo como la de Boston, la de Harvard, la de Nueva York, la de Texas, la UNAM, la de Murcia y la de Roma, además de obtener el Premio Nacional de Periodismo de México en 1998, en reconocimiento a su trayectoria.

Murió el 19 de abril de 1998 en la Casa de Alvarado, ubicada en Francisco Sosa No. 383, en Coyoacán, inmueble que hoy alberga a la Fonoteca Nacional.

Algunas de sus obras son

El laberinto de la soledad (1950), Piedra de sol (1957), Puertas al campo (1966), Ladera este (1969), Posdata (1970), Pasado en claro (1975), El ogro filantrópico (1979), Tiempo nublado (1983), Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1982) y Árbol adentro (1987).

Con información del Gobierno de México, Colegio Nacional.

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